miércoles, 6 de octubre de 2010

Análisis de lesiones vitales y posmortem en el Japón feudal

En medio de la contienda, algunos samuráis decidían bajar del caballo y buscar cortar la cabeza de un rival digno. Este acto era considerado todo un honor. Además, mediante el mismo ganaban respeto entre la clase militar y se hacían acreedores al pago por sus servicios. Después de la batalla, el general victorioso pasaba revista a las cabezas de los miembros más importantes del enemigo que habían sido cortadas.
Con el correr del  tiempo se hizo frecuente la práctica en la cual un guerrero llegaba a la contienda una vez que ésta había finalizado, cortaban la cabeza de un oponente muerto para luego concurrír a reclamar por el pago de sus servicios en batalla. De esta forma es que comenzaron a realizarse estudios más minuciosos en cuanto a las características que presentaban las lesiones de las cabezas cercenadas, a fin de poder determinar si la herida había sido vital o posmortem y establecer la participación del samurai durante el combate.
Cortar la cabeza de un rival digno en el campo de batalla era motivo de gran orgullo y reconocimiento. Existía todo un ritual para embellecer las cabezas cortadas: primero eran lavadas y peinadas y una vez efectuado esto, se ennegrecían los dientes aplicando un tinte llamado ohaguro. El motivo de ennegrecer los dientes radicaba en que unos dientes blancos era un signo de distinción, por lo que aplicarles un tinte para oscurecerlos era una forma metafórica de quitarles un poco de la misma. Finalmente las cabezas eran dispuestas cuidadosamente sobre una tabla para su exposición.


La palabra samurái (侍 samurai) generalmente es utilizada para designar una gran variedad de guerreros del antiguo Japón, si bien su verdadero significado es el de una élite militar que gobernó el país durante cientos de años. El origen del samurái se data en el siglo X y se fortaleció al concluir las Guerras Genpei a finales del siglo XII.
Su momento cumbre tuvo lugar durante el período Sengoku, una época de gran inestabilidad y continuas luchas de poder entre los distintos clanes existentes, por lo que esta etapa de la historia de Japón es referida como «período de los estados en guerra». El liderazgo militar del país continuaría a manos de esta élite hasta la institución del shogunato Tokugawa en el siglo XVII por parte de un poderoso terrateniente samurái (conocidos como daimyō) llamado Tokugawa Ieyasu, quien paradójicamente, al convertirse en la máxima autoridad al ser nombrado como shōgun, luchó por reducir los privilegios y estatus social de la clase guerrera, proceso que finalmente culminó con su desaparición cuando el emperador retomó su papel de gobernante durante la Restauración Meiji en el siglo XIX.
 
Representación de Onikojima Yataroo Kazutada con la cabeza cercenada de un enemigo en la mano


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